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LA ESCUCHA

Cuando niños y niñas comienzan a balbucear sus primeras sílabas y a aprender sus primeras palabras, ni nos preguntamos cuántas veces habrán escuchado esa nueva palabra antes de poder imitarla, reproducirla y memorizarla. Seguramente hayan sido cientos de veces aunque, en el proceso del aprendizaje del habla, no nos importa repetirla una y otra vez hasta que puedan reproducirla correctamente e integrarla en su capacidad de manejo del lenguaje.

En el caso de la música ocurre exactamente lo mismo. Debemos contar con la misma paciencia y entusiasmo como la que tenemos en el proceso de aprendizaje del habla. Sumergiremos a niños y a niñas en un entorno musical y les expondremos a diferentes sonoridades, estructuras, patrones rítmicos y tonales. Irán absorbiendo naturalmente los elementos del vocabulario musical.

 

Durante esta etapa, están en pleno desarrollo y tienen una gran capacidad de absorción y retención por lo que es fundamental que escuchen las piezas de nuestro repertorio a diario. De esta manera, podrán familiarizarse con ellas y adquirir una comprensión rítmica y tonal de una manera cotidiana y natural.

 

Esto es lo mismo que ocurre con el lenguaje: niños y niñas se ven expuestos a él desde el comienzo de sus vidas, escuchando hablar a las personas adultas que les rodean y absorbiendo inconscientemente diferentes estructuras gramaticales, fonemas, sílabas y palabras que años más tarde serán capaces de imitar y reproducir.

 

Las niñas y niños que desarrollan y educan su oído adquieren mayor capacidad de concentración, de escucha y de empatía por lo que comprenden mejor los mensajes en el día a día. 

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